Islandia siempre ha sido un país different: por una cosa, por otra, por otra o por otras muchas, Islandia es ese país que siempre encabeza las listas de las cosas buenas y cierra las listas de las cosas malas, donde el auga sale hirviendo a chorrazos del suelo y una mujer indígena comprometida puede convertirse en el personaje más valorado por la sociedad. Y qué poco sale Islandia en la tele...
Islandia en los años 80 vivió su propia burbuja inmobiliaria que motivó el aumento de la construcción y la inversión: el dinero salía a chorrazos del suelo, pero como las burbujas son burbujas aquí, en Islandia y en Pernambuco, nos hizo boom. Islandia se fue al carallo directamente, quiero decir, hablando con propiedad: el sistema financiero de Islandia (los bancos privados) se fueron al carallo. Casi casi como acaba de suceder en Irlanda. En ese momento se destapó que los bancos privados ingleses y holandeses habían hecho en los bancos privados islandeses una enorme inversión que ahora sería difícil recuperar, por lo que los gobiernos públicos ingleses y holandeses llegaron a presionar tanto al gobierno islandés como para querer declarar a Islandia "organización terrorista" en caso de que unos bancos no le pagasen las deudas a otros. Lo de siempre: los bancos capitalizan las ganancias y nos reparten sus pérdidas, usando los gobiernos como instrumento de aval democrático. En fin, recurrieron aquí a la vía del culebreo "Por qué crearme yo mala imagen si lo puede hacer el FMI", por lo que se pretendió seguir el método de eficacia probada, por ejemplo en Grecia y en tantos otros países: se unta a los gobernantes (por ejemplo, una jubilación futura en un suculento puesto de asesor en una entidad de análisis de cualquier chorrada) y se les "permite" aceptar un crédito del FMI; traducido: el gobernante temporal embarga permanentemente al país aceptando en su nombre un crédito con unos intereses de vértigo. Ese dinero se ingresa directamente en las cuentas de las empresas y bancos privados extranjeros con los que se ha contraído la deuda, y el país se queda esclavizado económicamente para pagar los intereses de un dinero que no ha disfrutado y que, mira por donde, probablemente vaya también a las cuentas de los mismos bancos. Vaya, la conocida "deuda externa" que venimos imponiendo desde siempre al 3º mundo, pero ahora también en Europa y con la guasa de que, como guinda del helado, hemos gastado los ahorros públicos en "rescatar" a esos bancos con los préstamos que ellos mismos nos han dado. La monda.
La diferencia en el caso que nos ocupa es que Islandia tiene un modelo democrático y social como para mojar churros. La mejor educación, la prensa más objetiva, la población más participativa en las administraciones... todas esas noticias que nos salen aquí en la tele, entre La Noria, el Sálvame Deluxe y el Barça-Madrid. Y eso se acaba notando. Los islandeses no sabían protestar (no lo necesitaban hasta el momento) pero aún así se echan a la calle en espontáneas manifestaciones. La banca islandesa se pone nerviosa, sigue presionando para que se acepte el préstamo del FMI, y Europa (la banca privada europea) pone encima de la mesa el caramelito de que Islandia se integre en la UE por procedimiento abreviado, para así tenerlos con la correa corta: asegurarse de que apoquinan religiosamente. Pero no cuela: los ciudadanos islandeses tienen claro que si la deuda ha sido creada por la banca privada debe ser la banca privada quien pague. Y si no puede, que se vaya al tajo, como todo dios.
Inglaterra (la banca inglesa) aplica entonces a Islandia la ley antiterrorista para congelar sus dineros, poniéndolo en la lista negra junto a Corea del Norte, Sudán o Al Qaeda y repite: elegir, bancarrota o préstamo del FMI e ingreso en la UE. El gobierno, en contra de la voluntad popular, acepta el préstamo. 10.000 ciudadanos islandeses se concentran entonces en la plaza del Parlamento en Reykyavik, con un frío del carajo, gritando "¡No podemos esperar más, los queremos fuera ya!". Si antes querían que se largara la banca especuladora, ahora también quiere que lo hagan los políticos colaboracionistas. Los manifestantes ocupan el Banco Central; el 8 de noviembre un anarquista sube al tejado del Parlamento, arría la bandera islandesa y la sustituye por la bandera de los supermercados Bonus (los más baratos de la isla) representada por la cabeza de un cerdo: si el capitalismo de mercado gobierna Islandia, que su símbolo presida el parlamento: las 10.000 ciudadanos de la plaza estallan en el grito "¡El gobierno es un cerdo sucio y barato!" y más tarde "¡Salvemos Islandia!".
Ante el cariz que están tomando los hechos, el gobierno se ve obligado (recordemos que estamos hablando de Islandia, y allí estas cosas pasan) a convocar un referendum en el que los islandeses deciden por un 90% que:
a) No les dá la gana de pagar la deuda de los bancos privados. Que se la paguen ellos.
b) En cuanto a ingresar en la UE de los bancos: no, gracias
c) En cuanto al préstamo del FMI: que se lo metan directito por el orto. Van a intentar no pagarlo. La banca pierde, la banca paga. Y el FMI es la banca.
Todo el gobierno islandés dimitirá en bloque. Todo.
Se crea el Best Party, un partido político creado por artistas, músicos, escritores, dramaturgos... y en seis meses se presenta a las elecciones municipales con un programa-performance surrealista en que prometen ser corruptos, pretendiendo una crítica al sistema. El Best Party gana ampliamente las elecciones en la capital del país, y al hacerlo, como todo político corrupto y mentiroso que se precie, renuncia a aplicar todos los puntos de su programa salvo uno: crear una cárcel en alta mar donde encarcelar a banqueros especuladores y políticos corruptos y replantear las bases de su sociedad bajo la óptica del anarquismo para conseguir una mayor participación ciudadana. Poco después, los islandeses eligen a un nuevo gobierno nacional de izquierdas (de izquierdas de las de verdad), que busca replantear todo el sistema legislativo y electoral para que sea más representativo de la voluntad popular, apoya una asamblea autoconstituída de ciudadanos para definir el guión de una nueva constitución más democrática, y exige responsabilidades: en vez de premiar a los banqueros que han llevado el país al borde del caos, como hace todo país "responsable" de occidente, encarcela a los banqueros corruptos y emite órdenes de busca y captura internacionales para los que se han marchado con sus beneficios bajo el brazo.
Total, respetando absolutamente las leyes del mercado de las cuales los bancos son sus máximos exponentes, dejaron que se fueran al tajo los bancos que se tenían que ir al tajo y aprovecharon la coyuntura para cambiar el modelo social hacia uno más justo y democrático. Algo totalmente distinto a la forma de solucionar las cosas en Irlanda, que "hizo bien los deberes", "consiguió la confianza de los mercados" y milongas variadas con las que se ha embargado al país. Un modelo que los gobernantes españoles (buen perrito, buen perrito) estan eligiendo como modelo y que la población acepta porque "es lo que hay".
Claro está, los economistas anunciaron el apocalipsis para Islandia. Todos auguraríamos que estas medidas llevarían a Islandia al aislamiento, a la Edad Media. Pero los economistas a sueldo de la banca son como un ligue de discoteca a altas horas: siempre prometen más de lo que finalmente nos darán. Y el resultado de la voluntad democrática islandesa ("anarquista" y "terrorista") frente a la banca privada, jugando en casa de ésta última, ha sido éste: http://www.elpais.com/articulo/economia/islas/hundidas/banca/elpepieco/20101205elpepieco_3/Tes . Y qué poco sale Islandia en la tele...
Y fueron felices y comieron salmones y arenques.
¿La moraleja? Pues supongo que las sociedades que consiguen un mundo mejor son aquellas que luchan por ello y no se dejan vencer por el conformismo, la comodidad y el miedo al cambio. Los sociedades que logran un mundo mejor son aquellas que creen en el valor de las personas en conjunto y en la esperanza de un futuro preferible, las que están dispuestas a aceptar sus deberes y no solamente a reclamar sus derechos, y las que entienden que los espacios públicos (físicos y éticos) deben ser intocables. Y que los islandeses, como normalmente sucede en casi toda sociedad, tienen los políticos que se merecen, en este caso aquellos que respetan la voluntad soberana de los ciudadanos, y aquellos que asumen sus responsabilidades en caso de equivocación. Si queremos mejor gobierno, deberemos tener a mejores gobernantes y eso sólo puede suceder si tenemos una sociedad más sana. Aunque Islandia no salga mucho en la tele, podríamos parecernos más a Islandia, siempre y cuando comprendamos que parecernos a Irlanda es mucho más fácil.
La diferencia en el caso que nos ocupa es que Islandia tiene un modelo democrático y social como para mojar churros. La mejor educación, la prensa más objetiva, la población más participativa en las administraciones... todas esas noticias que nos salen aquí en la tele, entre La Noria, el Sálvame Deluxe y el Barça-Madrid. Y eso se acaba notando. Los islandeses no sabían protestar (no lo necesitaban hasta el momento) pero aún así se echan a la calle en espontáneas manifestaciones. La banca islandesa se pone nerviosa, sigue presionando para que se acepte el préstamo del FMI, y Europa (la banca privada europea) pone encima de la mesa el caramelito de que Islandia se integre en la UE por procedimiento abreviado, para así tenerlos con la correa corta: asegurarse de que apoquinan religiosamente. Pero no cuela: los ciudadanos islandeses tienen claro que si la deuda ha sido creada por la banca privada debe ser la banca privada quien pague. Y si no puede, que se vaya al tajo, como todo dios.
Inglaterra (la banca inglesa) aplica entonces a Islandia la ley antiterrorista para congelar sus dineros, poniéndolo en la lista negra junto a Corea del Norte, Sudán o Al Qaeda y repite: elegir, bancarrota o préstamo del FMI e ingreso en la UE. El gobierno, en contra de la voluntad popular, acepta el préstamo. 10.000 ciudadanos islandeses se concentran entonces en la plaza del Parlamento en Reykyavik, con un frío del carajo, gritando "¡No podemos esperar más, los queremos fuera ya!". Si antes querían que se largara la banca especuladora, ahora también quiere que lo hagan los políticos colaboracionistas. Los manifestantes ocupan el Banco Central; el 8 de noviembre un anarquista sube al tejado del Parlamento, arría la bandera islandesa y la sustituye por la bandera de los supermercados Bonus (los más baratos de la isla) representada por la cabeza de un cerdo: si el capitalismo de mercado gobierna Islandia, que su símbolo presida el parlamento: las 10.000 ciudadanos de la plaza estallan en el grito "¡El gobierno es un cerdo sucio y barato!" y más tarde "¡Salvemos Islandia!".
Ante el cariz que están tomando los hechos, el gobierno se ve obligado (recordemos que estamos hablando de Islandia, y allí estas cosas pasan) a convocar un referendum en el que los islandeses deciden por un 90% que:
a) No les dá la gana de pagar la deuda de los bancos privados. Que se la paguen ellos.
b) En cuanto a ingresar en la UE de los bancos: no, gracias
c) En cuanto al préstamo del FMI: que se lo metan directito por el orto. Van a intentar no pagarlo. La banca pierde, la banca paga. Y el FMI es la banca.
Todo el gobierno islandés dimitirá en bloque. Todo.
Se crea el Best Party, un partido político creado por artistas, músicos, escritores, dramaturgos... y en seis meses se presenta a las elecciones municipales con un programa-performance surrealista en que prometen ser corruptos, pretendiendo una crítica al sistema. El Best Party gana ampliamente las elecciones en la capital del país, y al hacerlo, como todo político corrupto y mentiroso que se precie, renuncia a aplicar todos los puntos de su programa salvo uno: crear una cárcel en alta mar donde encarcelar a banqueros especuladores y políticos corruptos y replantear las bases de su sociedad bajo la óptica del anarquismo para conseguir una mayor participación ciudadana. Poco después, los islandeses eligen a un nuevo gobierno nacional de izquierdas (de izquierdas de las de verdad), que busca replantear todo el sistema legislativo y electoral para que sea más representativo de la voluntad popular, apoya una asamblea autoconstituída de ciudadanos para definir el guión de una nueva constitución más democrática, y exige responsabilidades: en vez de premiar a los banqueros que han llevado el país al borde del caos, como hace todo país "responsable" de occidente, encarcela a los banqueros corruptos y emite órdenes de busca y captura internacionales para los que se han marchado con sus beneficios bajo el brazo.
Total, respetando absolutamente las leyes del mercado de las cuales los bancos son sus máximos exponentes, dejaron que se fueran al tajo los bancos que se tenían que ir al tajo y aprovecharon la coyuntura para cambiar el modelo social hacia uno más justo y democrático. Algo totalmente distinto a la forma de solucionar las cosas en Irlanda, que "hizo bien los deberes", "consiguió la confianza de los mercados" y milongas variadas con las que se ha embargado al país. Un modelo que los gobernantes españoles (buen perrito, buen perrito) estan eligiendo como modelo y que la población acepta porque "es lo que hay".
Claro está, los economistas anunciaron el apocalipsis para Islandia. Todos auguraríamos que estas medidas llevarían a Islandia al aislamiento, a la Edad Media. Pero los economistas a sueldo de la banca son como un ligue de discoteca a altas horas: siempre prometen más de lo que finalmente nos darán. Y el resultado de la voluntad democrática islandesa ("anarquista" y "terrorista") frente a la banca privada, jugando en casa de ésta última, ha sido éste: http://www.elpais.com/articulo/economia/islas/hundidas/banca/elpepieco/20101205elpepieco_3/Tes . Y qué poco sale Islandia en la tele...
Y fueron felices y comieron salmones y arenques.
¿La moraleja? Pues supongo que las sociedades que consiguen un mundo mejor son aquellas que luchan por ello y no se dejan vencer por el conformismo, la comodidad y el miedo al cambio. Los sociedades que logran un mundo mejor son aquellas que creen en el valor de las personas en conjunto y en la esperanza de un futuro preferible, las que están dispuestas a aceptar sus deberes y no solamente a reclamar sus derechos, y las que entienden que los espacios públicos (físicos y éticos) deben ser intocables. Y que los islandeses, como normalmente sucede en casi toda sociedad, tienen los políticos que se merecen, en este caso aquellos que respetan la voluntad soberana de los ciudadanos, y aquellos que asumen sus responsabilidades en caso de equivocación. Si queremos mejor gobierno, deberemos tener a mejores gobernantes y eso sólo puede suceder si tenemos una sociedad más sana. Aunque Islandia no salga mucho en la tele, podríamos parecernos más a Islandia, siempre y cuando comprendamos que parecernos a Irlanda es mucho más fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario